Celos
Cuando Dante llegó por fin al último de los círculos del Purgatorio se puso de puntillas para poder asomar la cabeza al Paraíso. Así pudo ver como Beatriz se estaba follando a media docena de apóstoles. Desolado, sin comprender del todo qué había ocurrido, regresó sobre sus pasos hasta donde todavía le esperaba Virgilio. El Maestro, poniendo una mano sobre su hombro, le dijo: no te preocupes Alighieri, los golpes que nos da la vida sirven para fortalecer nuestro carácter. Y en ese momento Dante deseó que Dios se estrellara contra el fondo del universo y se enganchara las manos entre dos de las esferas rotatorias.
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