viernes, enero 12, 2007

Montaigne

El emperador Conrado III no quiso condescender a condiciones más suaves (...) que las de permitir salir de la ciudad únicamente a las damas sitiadas con el duque, honor a salvo y a pie, con todo lo que pudieran llevar consigo. Ellas, con grandeza de corazón, urdieron cargar sobre sus hombros con sus esposos, hijos y con el mismo duque.