Así, todos juntos, cada uno a su manera, siguen viviendo la vida cotidiana, con o sin reflexión; todo parece seguir su curso habitual, del mismo modo que, incluso en los casos extremos en los que todo está en juego, se sigue viviendo como si no pasara nada. (Las afinidades electivas)
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Ver también Vila-Matas, 'Exploradores del abismo' (Anagrama), pg. 161
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